La Ciencia Detrás De La Ciencia
En un mundo donde prima el afán por saborear la dicha de la gratificación inmediata, donde la despersonalización de la comunicación instantánea y los filtros de la redes sociales parecieran ser los mediadores afectivos de las relaciones humanas, sigue existiendo la imperante necesidad de darle sentido a todo lo que nos rodea.
Es precisamente en ese intento, donde el mundo circundante cobra sentido para nosotros, el poder hacer una interpretación de la realidad que se nos presenta en la cotidianidad, nos permite ubicarnos en un panorama esperanzador que nos posibilita construir una identidad propia y desarrollar formas de relacionamiento.
La necesidad de dar respuesta a interrogantes de forma, contenido y función, el poder explicar “los cómos y los porqués” desde siempre han caracterizado la actividad intelectual del hombre, y ha venido siendo objeto de estudio por muchas décadas, dando origen así a lo que hoy en día conocemos como filosofía, que no es otra cosa que amor a la sabiduría.
Pero ¿cómo desarrollar amor a la sabiduría desde la escuela? Nuestro reto de hoy, como representantes de la academia, es poder ofrecerle al estudiante una plataforma lo suficientemente atractiva, prometedora y funcional, que le permita posicionarse en el mundo y emprender el camino del autoconocimiento, desarrollo y potencialización de sus habilidades para generar impacto y atender las necesidades propias de su entorno.
Visualizamos a nuestros alumnos como seres humanos que deben estar preparados para asumir los retos del siglo XXI, por ende necesitamos pensadores críticos, que se evidencie en ellos el espíritu de iniciativa y de tenacidad, que su curiosidad frente a un fenómeno nuevo o un problema inesperado los lleve a desarrollar flexibilidad intelectual y creatividad, que los convierta en observadores activos y agentes de cambio, que demuestren interés por la conservación de su ambiente, tengan confianza en sí mismos, sean resilientes, empáticos, seres honestos orientados hacia el servicio y respeto por la dignidad.
Es así como apostar por la Ciencia y la Educación científica se ha convertido en nuestra más asertiva opción. La educación científica se ha constituido, en opinión de los expertos, en una exigencia urgente, en un factor esencial del desarrollo de las personas y de los pueblos. Así se afirma, por ejemplo, en los National Science Education Standards, auspiciados por el National Research Council (1996), en cuya primera página podemos leer: “En un mundo repleto de productos de la indagación científica, la alfabetización científica se ha convertido en una necesidad para todos: todos necesitamos utilizar la información científica para realizar opciones que se plantean cada día; todos necesitamos ser capaces de implicarnos en discusiones públicas acerca de asuntos importantes que se relacionan con la ciencia y la tecnología; y todos merecemos compartir la emoción y la realización personal que puede producir la comprensión del mundo natural”.
Más recientemente, en la Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el siglo XXI, auspiciada por la UNESCO y el Consejo Internacional para la Ciencia, se declaraba: “Para que un país esté en condiciones de atender a las necesidades fundamentales de su población, la enseñanza de las ciencias y la tecnología es un imperativo estratégico. Como parte de esa educación científica y tecnológica, los estudiantes deberían aprender a resolver problemas concretos y a atender a las necesidades de la sociedad, utilizando sus competencias y conocimientos científicos y tecnológicos”. Y se añade: “Hoy más que nunca es necesario fomentar y difundir la alfabetización científica en todas las culturas y en todos los sectores de la sociedad, a fin de mejorar la participación de los ciudadanos en la adopción de decisiones relativas a la aplicación de los nuevos conocimientos” (Declaración de Budapest, 1999).
Apostamos por la adquisición de una metodología basada en el cuestionamiento científico, en el reconocimiento de las propias limitaciones, en el juicio crítico y razonado, y consideramos que debe insertarse en todo proyecto de desarrollo de la persona. Pretendemos colaborar en la formación de un ciudadano que conciba la introducción de una formación científica como un elemento clave de su cultura, para ser capaz de tomar sus propias decisiones, transformar sus concepciones y formas de vida.
Como dice Gil (1996), «La influencia creciente de las ciencias y la tecnología, su contribución a la transformación de nuestras concepciones y formas de vida, obligan a considerar de los futuros ciudadanos y ciudadanas, que les prepare para la comprensión del mundo en que viven y para la necesaria toma de decisiones».
El aprendizaje de las ciencias puede y debe ser también una aventura potenciadora
de nuevas experiencias, nuevos contextos, nuevos espacios, nuevas posibilidades. La aventura misma de hacer ciencia nos invita a trascender nuestros paradigmas y participar de una fascinante construcción tentativa de soluciones.
Surge entonces, la necesidad de crear dentro del contexto escolar, espacios como la Feria de la Ciencia, cuya iniciativa pedagógica despliega múltiples escenarios donde se generan la participación, la formación, la enseñanza y el aprendizaje, los encuentros, los descubrimientos y el asombro, la reflexión y la discusión entre estudiantes de todos los niveles y modalidades.
Orientada a la promoción de actitudes colaborativas, esta metodología permite desarrollar en los participantes habilidades de investigación, de diseño y construcción, y de divulgación, necesarias para fomentar la curiosidad, la imaginación y el intercambio de experiencias.
Como punto de partida, en este tipo de propuestas para el desarrollo científico, se promueve que el estudiante haga una aproximación a su realidad cercana y lejana, intente problematizarla para luego interpretarla haciendo uso de diferentes categorías del pensamiento, y, finalmente, genere un plan de innovación, en su intento por dar solución al problema. El hacer uso de métodos y lineamientos sistemáticos que la ciencia ha validado como confiables, le permite al estudiante romper con una estática desesperanzadora para convertirse en un empoderado científico determinado a probar su hipótesis.
Los encuentros científicos, ferias de innovación, simposios, congresos y otros escenarios dedicados al desarrollo de ciencia y tecnología, se convierten en espacios de crecimiento Se sustenta en prácticas educativas y experiencias escolares inclusivas entendidas como la construcción colectiva de saberes socialmente relevantes, a la vez que posibilitan el derecho a una educación de calidad para todos.
(Meinardi y Revel, 1998. Educar en ciencias).
Más allá de dinamizar la divulgación de los contenidos científico-tecnológicos entre los expositores desde su rol de investigadores, la Ciencia nos ha abierto las puertas a una hermosa realidad donde nuestros estudiantes han comenzado a saborear las mieles del triunfo, haciéndose merecedores de fuertes aplausos, congratulaciones y amplios reconocimientos por parte de COLCIENCIAS y dependencias como REDCOLSI nodos Atlántico, Magdalena y Nariño.
Trabajos de investigación como “A veces es mejor no dejar huella” acerca del impacto de la huella de carbono en nuestro planeta, desarrollado por Gabriela Benavides Villar y Mariangel Canabal Barrios, destacadas estudiantes de sexto grado, nos han situado como institución referente de excelencia en procesos de investigación e innovación a nivel nacional.
Es nuestro compromiso seguir apostándole al desarrollo de la integralidad de nuestros estudiantes desde las ilimitadas posibilidades que nos ofrece la ciencia, brindándoles las herramientas y el acompañamiento necesario, para que se conviertan en creadores de constructos, prototipos y soluciones que respondan a las demandas de un mundo donde es imperante comprender la ciencia detrás de la ciencia.