La AIS Orchestra: un sueño hecho realidad

Por: Giovanni Cunha

Como ex-alumno del AIS, jamás imaginé volver a la institución para apoyar en la creación de uno de los proyectos más bonitos y anhelados desde hace mucho tiempo; jamás pensé que llegaría a trabajar de manera tan majestuosa con quien fue mi primer maestro de violín: Mr. Willy. Esta sin duda, ha sido una de las aventuras más maravillosas que Dios y la vida me ha podido regalar.
Desde muy niño, la música estuvo presente en casa. Mi padre, músico por profesión, nunca nos impuso a mi hermana y a mí tocar un instrumento musical, sino que fue la misma música en el ambiente hogareño la que nos envolvió con su atrayente energía y poco a poco nos fuimos enamorando de ésta. Mi madre, una artista por naturaleza y pedagoga infantil – profesora del Nido -, nos inculcó la sensibilidad artística con las maravillosas obras de arte que creaba y fue ella, de manera implícita con su ejemplo, quien me inspiró a amar la docencia y convertirla en mi vocación.
Llegar al Altamira, fue volver a un hogar que me había acogido desde mi infancia hasta que me gradué convertido en un adulto. Hablar con Mrs. Priscilla fue hacer reminiscencia a aquellos años escuchando sus enseñanzas en las asambleas del domo y recordar tantos buenos momentos en la institución que me formó y me vió crecer; me sentí en casa. Aún así, no puedo mentir que fue una sensación extraña volver al colegio varios años después como docente y más cuando no estaba en mis planes ser profesor. Ahora, comprendo que esta es mi vocación: estar al servicio de los niños a través de la música, mi gran pasión.
Iniciar el proyecto de la AIS Orchestra no fue tarea fácil. Un proceso orquestal no es funcional si los estudiantes carecen de un proceso individual constante en su instrumento. De esta afirmación, surgió la interrogante: ¿Cómo podía enseñarle a los estudiantes acerca del maravilloso mundo de los instrumentos de cuerdas frotadas y motivarlos a aventurarse a aprender uno? Fueron 2 meses en los que mi mente no se
detuvo de maquinar ideas y noches en las que no logré conciliar el sueño pensando en cómo podría lograr esto. Una noche, 3 ideas salieron a flote y confluyeron: niños tocando, concierto didáctico, Sharky musical.
Niños tocando: En el 2019, mientras cursaba la carrera profesional en interpretación musical en la Universidad del Norte, conocí a una maravillosa familia de 4 niños con los cuales quedé maravillado. Juan Felipe, Inés, Sofía y Elisa, mejor conocidos como los 4 pollos, son 4 hermanos que tocan el violín, la viola, el violonchelo y tienen un cuarteto de cuerdas. Cuando tuvimos contacto por primera vez, me encontraba concursando en un festival de música en la ciudad y hacia el final del concierto se acercaron para conversar. Fue tal mi admiración de ver a estos pequeños con sus instrumentos musicales que no tardé en quedar en comunicación para vernos en una próxima ocasión. Como cosas del destino, ese mismo año, nos volvimos a ver en el recién inaugurado Cafetorium del Altamira en un concierto que di como solista junto a la orquesta de mi universidad. Lo que nunca imaginé fue que, 3 años más tarde, estaríamos compartiendo en el mismo escenario.
Concierto Didáctico: Durante la pandemia del 2020, atravesé uno de los momentos más duros de mi vida en el ámbito profesional. Desde el año anterior, había empezado a vivir experiencias musicales increíbles, viajando a festivales de música en calidad de estudiante, y aprendido inmensamente de grandes maestros. Al iniciar el aislamiento muchos de mis planes se truncaron. Fue tanta la decepción que empecé a perder la ilusión por tocar el violín, algo que nunca me había ocurrido en la vida. Aún así, la disciplina y el amor interno que guardaba por el instrumento que me ha acompañado desde mis 9 años, me obligaba a no abandonarlo. Un día, comprendí que mi violín no tenía la culpa y por el contrario era éste el que me ayudaba a salir adelante en momentos difíciles. Al razonar esto, comprendí que la vida nos estaba pidiendo una pausa ante el ritmo de vida tan acelerado que estábamos llevando. Es así como decidí realizar un concierto didáctico virtual en donde pudiera interpretar piezas musicales y llevar un poco de tranquilidad a las personas en medio del caos de la pandemia. Posteriormente entendí, que la música es un instrumento de paz y que era muy afortunado de tocar el violín, porque incluso en los momentos difíciles de la vida este siempre estaría para mí.
Sharky Musical: El primer día de clase del año 2021-2022 en el Altamira, llevaba trabajando ya un mes. Hacía parte del equipo STEAM apoyando en el desarrollo del Innovation Center y tenía que dividir mis roles entre clases, desarrollo de los espacios de música y tenía el deseo de hacer una colaboración entre la Universidad del Norte y el Altamira como se había hecho en el 2019 cuando toqué como solista. Ese primer día de clase hubo una asamblea en el Cafetorium y Mrs. Priscilla me pidió el favor que me disfrazara de Sharky para recibir a los niños. Cuando me vestí estaba un poco nervioso de hacer el ridículo, sin embargo al empezar la música de baby shark y ver la emoción que esta generaba en los niños fue como si el mismo personaje se apoderara de mí y segundos después mi cuerpo se impulsara involuntariamente a bailar e interactuar con ellos. Desde esta experiencia sentí algo muy especial: sentí un amor muy grande hacia la infancia. Ese mismo día pasó por mi mente de manera fugaz una pregunta curiosa: ¿Qué tal si Sharky tocara el violín?
Fue así como estas tres ideas confluyeron una noche para convertirse en lo que sería el guión de un concierto didáctico que llamé: La familia de las cuerdas frotadas. En él concebí un concierto de sensibilización para estudiantes de 2do y 3er grado en donde Sharky y los 4 pollos presentaban e

interpretaban el violín, la viola, el violonchelo y el contrabajo. La historia narraba el amor que la familia de Sharky le inculcó por la música y los instrumentos de la familia de las cuerdas frotadas. A través de ese concierto buscaba transmitir a los niños ese mismo amor por la música que recibí en mi hogar.
Ese mismo mes entablamos conversación con el director del programa de música de la Universidad del Norte en ese entonces, Julián Navarro, el director de la orquesta, Julián Gómez y el maestro Humberto Ramírez del departamento de cuerdas frotadas para compartirles la idea. Su acogida fue inmediata y a inicios de noviembre iniciamos los ensayos en la universidad junto a la orquesta de cuerdas y los 4 pollos.
Llegado el día, recuerdo tener muchas emociones encontradas: nervios, ansiedad, expectativa y emoción. Al ponerme el disfraz de Sharky, cerré los ojos para adentrarme profundamente en el personaje en el que me convertiría y sentí que no pasó mucho tiempo cuando los músicos habían llegado, se habían instalado los elementos de sonido, ajustado la escenografía y encendido las luces. Un segundo después estaba bailando junto a mi violín la coreografía que había preparado en días anteriores y lograba sentir la emoción de los niños al ver a su mascota escolar convertirse en un músico. Posteriormente fue la orquesta de cuerdas frotadas de la Universidad del Norte quien amenizó con bellas interpretaciones cada una de las piezas musicales y fueron los 4 pollos quienes verdaderamente enamoraron a los niños, no yo. Fueron ellos quienes lograron irradiar a tantos el deseo por conocer el maravilloso mundo de la familia de las cuerdas frotadas. Lo demás es historia.
A partir de allí, una serie de acontecimientos casi que mágicos empezaron a ocurrir. En un abrir y cerrar de ojos logramos crear la escuela especializada de música los días sábados, se establecieron alianzas con varias universidades con programas de música en la ciudad, entre ellas la Universidad Reformada, Bellas Artes y la Universidad del Norte, esta última, abriéndonos las puertas de manera periódica para recibir a nuestros estudiantes en su proyecto pedagógico de clases magistrales dirigido por el maestro Humberto Ramírez; empezamos a asistir a conciertos externos, se creó la semana de la música y se empezaron los procesos de pre-orquesta en los recién inaugurados espacios de música del Innovation Center. Todo ocurrió muy rápido. En febrero del 2022, iniciamos nuestra escuela de música y en febrero del siguiente año estábamos realizando las audiciones para lo que sería la AIS Orchestra. Por supuesto, nada de esto ocurre de la noche a la mañana, detrás, hay incontables horas de trabajo, planificación en conjunto y mucha pasión. Así también, la dedicación y disciplina que cada uno de nuestros niños tuvo durante ese año de preparación individual fue admirable y el apoyo de los padres de familia en sus procesos fue fundamental. Sin la triada estudiante- padre-docente, nada de esto hubiera sido posible.
El 1ero de marzo del 2023, la AIS Orchestra realizó su primer ensayo oficial en el Music Hall y las primeras notas musicales de este grupo sin igual tuvieron lugar. La energía que se concentra en este espacio cuando este grupo de niños se reúne a ensayar perdura incluso hasta el día siguiente al retornar y abrir la puerta del salón. Es algo que no tiene palabras para describirse.
Me he hecho las siguientes preguntas innumerables veces: ¿Por qué una orquesta? ¿Qué tiene de especial una orquesta? Pienso que es fundamental en ciertos momentos de un proceso hacer pausas y reflexionar el camino recorrido. Este escrito surge como esa pausa reflexiva para recordar y responder esas preguntas que no me había detenido a meditar a profundidad y a argumentar puntualmente.

Responder estas preguntas se convirtió en las últimas semanas en un reto personal que vine a comprender a la par de mis estudiantes en la vivencia de este hermoso proyecto y no por mi experiencia previa. Cuando estudié en el Altamira, era quizá el único estudiante en todo el colegio que tocaba el violín. Por mucho tiempo fué así y jamás logré encontrar a alguien que comprendiera totalmente el amor que sentía por la música, las frustraciones y gratificaciones de tocar un instrumento musical. Por otro lado, tampoco viví el sentido de comunidad musical que hoy evidencio en mis estudiantes y que vine a experimentar parcialmente cuando entré a la universidad a estudiar. Es un sentimiento muy parental el hecho de querer darle a los hijos aquellas posibilidades que quizá uno no pudo tener. Así precisamente me siento al día de hoy al brindarle a mis estudiantes experiencias que a su edad yo no pude tener.
Hay una analogía fascinante que siempre había tenido en mente pero que no había podido reflexionar lo suficiente y es la similitud que existe entre una colmena de abejas y una orquesta sinfónica. He aquí, el porqué de la AIS Orchestra.
En el corazón de una orquesta, como en una colmena de abejas, encontramos una sinfonía de actividad coordinada. En ambos casos, hay individuos que se unen para crear una armonía colectiva, demostrando que la colaboración puede generar algo mucho más grande que la suma de sus partes. En una colmena, se desempeñan roles específicos para el bienestar de la colonia. Similarmente, en una orquesta, cada instrumento tiene su papel designado, y cada músico contribuye con su talento único. La diversidad de funciones, ya sea polinizar flores o tocar el violonchelo, refleja la importancia de la especialización para el éxito de la comunidad. Como valores, podemos encontrar que la disciplina, la creatividad y la sincronización son virtudes compartidas en ambas situaciones. Las abejas obreras trabajan incansablemente, y los músicos de la orquesta practican diligentemente para perfeccionar sus habilidades. Mientras las abejas construyen complejas estructuras hexagonales, los niños expresan su creatividad a través de su interpretación musical. Así también, la perfecta armonía que logran las abejas al trabajar, es uno de los objetivos que los músicos de la orquesta buscan para crear una experiencia sonora cautivadora.
De esta manera, entendí el valor tan especial que genera una orquesta en una etapa tan crucial como lo es la infancia. La orquesta, más que un grupo musical, es una representación social del potencial que tenemos los seres humanos para construir una sociedad en donde reine la paz, la armonía y el respeto mutuo en la pluralidad. Es la representación de una sociedad en donde todos y cada uno de nosotros somos piezas fundamentales en un gran engranaje: cada músico representa un individuo con habilidades y talentos únicos que debe estar en sintonía para crear una armonía colectiva.
En un mundo en donde cada vez prima más el individualismo y se engrandece la diferencia por encima de lo que nos mantiene unidos, una orquesta es una luz de esperanza para la humanidad. La AIS Orchestra es una comunidad que manifiesta un ideal de sociedad en la búsqueda de crear mejores seres humanos a través de la música.

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