Una Colombiana en Corea
Mi trayectoria en el Altamira comenzó cuando apenas tenía 4 años. Para ese entonces era solo una niña que no tenia mas responsabilidades que hacer sus tareas e ir al colegio; vivir feliz junto a su familia. Mi única preocupación era saber a qué hora podía jugar con mis muñecas, cuando iba a salir de vacaciones y que iba a comer en la tarde. Como imaginarme en ese entonces que a mis 19 años viviría sola en Corea del Sur.
En junio 6 del 2018 comenzó mi aventura; decidí mudarme a Seúl, capital de Corea del Sur. Aun sin haberme graduado oficialmente del Altamira, empaque mis maletas y junto a mi mamá me monte en un avión con rumbo a Corea. En ese momento mis deseos de seguir mis sueños fueron suficientes para no solo renunciar a uno de los momentos que mas habia esperado desde pequeña, mi graduación, sino también para decidir alejarme de las personas mas importantes de mi vida. Así entonces me vine a un país del cual no conocía nada. Pero ¿por qué?
Siempre fui una estudiante muy destacada; al inicio sin darme cuenta y luego, a medida que fueron pasando los años, con mucho esfuerzo y dedicación. Siempre pude hacer todo lo que me proponía destacandome mientras lo hacía; en pocas palabras durante mi carrera como estudiante del Altamira nunca hubo algo que no pudiera hacer. Por esto, a pocos meses de graduarme aún no sabía que quería hacer en la vida, no tenía ni idea de que quería estudiar o cuáles eran las cosas que me gustaban; lo único que tenía claro era que amaba el estudio, aprender y esforzarme por siempre ser la mejor. Pienso que en ese sentido yo fui el perfecto ejemplo de que ser la mejor estudiante no siempre garantiza el futuro. Por el contrario, en mi caso haberme enfocado durante tanto tiempo en solo “ser la estudiante perfecta” me hizo dejar de lado lo que al final se iba a quedar conmigo después del colegio. Así, a pocos meses de graduarme, la persona que veía en el espejo era una desconocida. Fue después de entender esto cuando me di cuenta que necesitaba tiempo para para mi.
Decidí mudarme a Corea con el propósito principal de conocerme, descubrir quien soy y cual es mi lugar en el mundo. Después de mucho pensar llegue a la conclusión de que lo que necesitaba no era entrar a una universidad sin estar segura de lo que estaba haciendo, en cambio lo que necesitaba era tiempo para ver cómo me desenvolvia en un ambiente nuevo donde lo primordial no fuera la academia sino mi felicidad. Entonces eso fue lo que hice. Con el apoyo incondicional de mi familia logre entrar al mejor programa de coreano en Corea y mudarme a la ciudad que se había vuelto mi sueño para entonces. Inicialmente el “plan” era quedarme aquí solo 6 meses; pero luego esos 6 meses se convirtieron en un año que luego se convirtió en 5 años más.
En enero de este año recibí la noticia de que fui una de las 147 personas ganadoras de la beca KGSP 2019. Actualmente estudio completamente gratis en Corea y fui aceptada en Seoul National University, la mejor universidad del país y la número 36 a nivel mundial, para estudiar Ingenieria Aeroespacial a partir de febrero de 2020. La beca me ha permitido no solo seguir aprendiendo sobre Corea y su idioma, sino que además me ha dado la oportunidad de conocer a personas de más de 50 países diferentes y sumergirme también en sus culturas. Gracias a la beca he podido expandir mi conocimiento y pensamiento hasta extremos que nunca hubiera pensado que existían y he logrado también desprenderme de muchas ideas erróneas que vienen con la ignorancia.
Sin embargo, estaría mintiendo si dijera que mi trayecto hasta donde me encuentro hoy fue fácil. Desde el día que decidí mudarme a Corea las dificultades comenzaron. El proceso para conseguir la visa, las traducciones de documentos, el proceso de aplicación al programa de coreano, la búsqueda de vivienda, las despedidas, entre tantas cosas más, definitivamente no fueron sencillas. Y todo esto sumado a la dificultad de aprender coreano, las miradas extrañas de personas que notan que no luces o actuas como ellos, acostumbrarse a una nueva cultura, la lejanía de la familia y de lo que considero mi hogar y vivir sola por primera vez hace que muchas veces pare y me pregunte ¿que hago aqui? ¿sera que si vale la pena? Pero sigo aqui, aun habiendo estado a centímetros de rendirme tantas veces, sigo aquí y es porque a pesar de tantas dificultades, se que tomé la decisión correcta cada vez que pienso en todo lo positivo que mudarse a Corea ha brindado a mi vida.
En los casi 11 meses que llevo en Corea del Sur me he sumergido en una cultura completamente diferente a la mía, he aprendido a vivir sola, he logrado dominar el coreano lo suficiente para utilizarlo como idioma principal en mi día a día y he conocido a personas maravillosas que en tan poco tiempo se han vuelto como familia para mi. Gracias a que tomé el riesgo de venirme a un país desconocido, logré asegurar mi educación consiguiendo la beca KGSP y conocer un lado del mundo que tiene muchísimo de lo cual países como Colombia podrían aprender y tomar como ejemplo. De esta manera, salir de Colombia me ha permitido mirar “hacia adentro desde afuera” y darme cuenta de todas las maneras en las que en un futuro podría ayudar a hacer de mi país un lugar mejor.
Entre las cosas más bellas y a la vez más útiles que he aprendido de lo coreanos está la importancia del trabajo en equipo y la importancia del hogar y la educación. No me deja de sorprender como los coreanos a pesar de sus diferencias dirigen todo su trabajo y esfuerzo hacia el mismo objetivo: sacar Corea adelante. A través de la educación y el amor que le tienen a su hogar, los coreanos han logrado hacer que un país que ha sufrido tanto, hoy en día sea uno de los líderes mundiales en cuestiones de tecnología, entretenimiento y educación. Cómo colombiana, ser testigo de este fenómeno me da esperanzas, pero también me hace darme cuenta de que los colombianos miramos hacia el lado equivocado para tomar ejemplo. Por esto saber que soy una de los pocos colombianos que tienen la oportunidad de experimentar y vivir lo que yo estoy viviendo diariamente aquí en Corea me hace sentir muy privilegiada.
Mi familia siempre me enseñó a tomar riesgos y esta experiencia me ha demostrado que vale la pena. De todas las decisiones que he tomado en mi vida, venir a Corea ha sido y siempre va a ser una de las mejores; lo que he aprendido y vivido aquí definitivamente no tiene precio. Como ex- alumna siento que es mi responsabilidad darle a conocer a padres de familia, estudiantes y demás miembros de la familia Altamireña acerca de mi experiencia porque se que puede brindarles información sobre oportunidades diferentes que hay después del colegio y además de información sobre un país y un lado del mundo que normalmente ignoramos porque no conocemos pero que tiene tanto de lo que podríamos aprender.
La vida está llena de sorpresas; nunca se me hubiera ocurrido que yo, Ligia Carballo, iba a vivir en un país tan lejos de Colombia y mucho menos hablar un idioma como el coreano. Pero todo esto solo demuestra que las oportunidades que tenemos los jóvenes hoy en dia son casi infinitas y que siempre vale la pena tomar riesgos.
천리 길도 한 걸음부터
“Un largo viaje siempre comienza con un solo paso”